DISEÑAR A MEDIDA DEL HOMBRE EN LA ERA DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL: UN LLAMADO A RECUPERAR EL CÓDIGO ANALÓGICO DEL DISEÑO HUMANO

Articulo escrito por Simona Garufi, arquitecta y diseñadora de interiores.
Madrid, 17 de julio de 2025.-

El diseño ante la aceleración digital

Algo se está perdiendo en el murmullo de la era digital. La aceleración tecnológica crece sin freno, estrechando los márgenes del pensamiento. Suelo decir que el lápiz respeta mi ritmo creativo, pero ¿para qué sirve esa lentitud hoy, cuando todo parece tener que resolverse en milisegundos?
Dibujar, esbozar, proyectar requiere pausa, error, cuerpo; también escucha, ensayo, incluso contradicción. La inteligencia artificial promete respuestas inmediatas, pero el diseño no siempre persigue soluciones. A veces pregunta, a veces duda, a veces simplemente propone un espacio de resonancia.

Boceto de la obra “Cada átomo de mi cuerpo es un vibroscopio" (2021). Dir.: Rakel Camacho. José Luis Raymond.

No me malinterpretéis, no quiero escribir un manifiesto nostálgico o tecnófobo; cada época histórica ha tenido su tecnología destacable, sus pros y sus contras, sus miedos y sus rebeldías. Pero lo que caracteriza nuestra época no es solo la capacidad de cálculo, sino la distorsión temporal que produce. Si representamos en un plano cartesiano el progreso actual, eso sería una función exponencial, una curva que se dispara hacia arriba con vértigo.

Creatividad, error y dimensión corporal

Frente a ella, la mente humana avanza con otra cadencia, como una línea discontinua que necesita pausas para conectar los puntos. Su ritmo natural sigue siendo el tiempo expandido de la duda, el del ensayo, la equivocación y el aprendizaje. Es allí donde la creatividad arraiga y donde el diseño humano encuentra su fundamento.
También el error, igual que el aburrimiento de las épocas previas a internet, es parte del proceso de creación, y nos lo hemos comido. No “sirve” porque ralentiza, y sin embargo, en esa lentitud, en esa imperfección, algo irremplazable sucede: la vivencia. Mi maestro de Butoh suele decir: “Si te equivocas, bienvenido sea. Sumérgete en ese desvío, escucha lo que tiene para mostrarte, descubre cuánto puedes aprender de este lugar". A veces, es allí donde se abren horizontes que no habríamos encontrado de otra forma.

Espacio CATHARSIS para Ascale - Marbella Design 2023 proyecto de Simona Garufi

Pensar con las manos, comprender el espacio con los pies, diseñar con todos los sentidos: esa dimensión corporal es lo que transforma el acto de crear en una forma de habitar.
Cada vez más, el diseño digital produce imágenes perfectas de espacios imposibles: creamos hiper-realidades sin experiencia, ambientes sin atmósfera, objetos sin escala. ¿Y qué ocurre cuando el cuerpo no ha sido parte del proceso? Que tampoco encuentra un lugar en el resultado.

Habitar desde el cuerpo: una inteligencia analógica

Frente a esta desmaterialización acelerada, urge recordar que el primer instrumento de diseño no fue el mouse ni el algoritmo, sino el cuerpo. Desde la cueva —refugio físico y simbólico— hasta las formas rituales de lo doméstico, hemos pensado el mundo a través del habitar.
En la caverna paleolítica ya se marcaban límites, se organizaban zonas, se trazaban símbolos: es allí donde comienza a emerger la noción profunda de la manera de estar en el mundo, entendida no solo como ocupación del espacio, sino como una forma integral de existencia.
Martin Heidegger lo desarrollaría en Construir, habitar, pensar (1951), al proponer que habitar no es una consecuencia del construir, sino su fundamento: “el modo en que los mortales son sobre la tierra”. Más adelante, Le Corbusier intentaría devolver escala humana a la arquitectura a través del Modulor, una figura que ponía al cuerpo como medida de todo espacio.

El Modulor sobre el muro de l’Unité d’Habitation de Marseille, de Le Corbusier

Hoy, en plena era digital, esa intuición cobra nueva urgencia. Porque si no hay cuerpo, no hay experiencia. Y si no hay experiencia, no hay memoria, ni transformación.
Quizás de eso se trate el diseño humano: no solo de crear para el hombre, sino desde el hombre. No como reacción al algoritmo, sino como recuperación de una inteligencia analógica, temporal. Una forma de pensar que no busca competir con la velocidad, sino restaurar el vínculo con lo esencial.

Solo cuando el diseño parte de lo vivido —y no se limita a pensarlo desde fuera—, la creación conserva algo esencialmente humano: su capacidad de transformación.

Simona Garufi 

Madrid julio 2025


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